Uso del ChatGPT en la educación superior: Ventajas, desafíos y necesidades desde la perspectiva docente

El ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer) o en español “Transformador generativo preentrenado” está revolucionando la educación y es probable que quienes lean este artículo ya lo hayan utilizado, quizás todavía no se entusiasmen a hacerlo por distintas razones o probablemente no estén al tanto de esta Inteligencia Artificial (IA). Pero ¿qué es el ChatGPT? Lo consultamos en la misma plataforma, y esto fue lo que respondió:

El ChatGPT es un modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI (un laboratorio de investigación de inteligencia artificial estadounidense). Es una versión avanzada de modelos anteriores como GPT-2 y GPT-3. El modelo GPT-3.5 (con el que hoy nos relacionamos) es capaz de entender y generar lenguaje humano de manera muy sofisticada y ha sido entrenado en grandes cantidades de datos textuales para alcanzar su nivel de competencia. Su propósito es interactuar con los usuarios a través de conversaciones escritas, como si fuera un asistente virtual o un compañero de chat inteligente. Puede responder preguntas, proporcionar información, realizar tareas específicas, generar texto creativo, entre muchas otras aplicaciones (Consultado el 24 de julio de 2023).

Algo esencial de su respuesta y a la que no se le presta mucha atención es la siguiente:

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Esto significa que ChatGPT solo posee información hasta la fecha indicada. Por tanto, si se consulta algo posterior a este periodo, responderá que se verifique la información en fuentes confiables.

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Estas son algunas de las limitaciones de este chatbot. Sin embargo, si se trata de otra tarea, la realizará sin mayores problemas.  

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Es entonces cuando se evidencian importantes desafíos para la docencia y surgen los primeros debates sobre el uso académico de esta IA en la educación superior. Sin duda, la investigación es fundamental para comprender la trascendencia de esta herramienta. Una de las investigaciones más recientes fue realizada en Perú por los docentes Luis Alarcón (Universidad Privada del Norte), Sindy Ramírez (Universidad Señor de Sipán) y Karl Torres (Universidad César Vallejo). En su artículo titulado: “La Aplicación ChatGPT: Iniciales Percepciones de Docentes Universitarios” recopilan los resultados de un cuestionario de preguntas abiertas realizadas a 23 profesores de investigación de siete carreras universitarias en Perú.

Los docentes de las áreas de estudios sociales o humanidades fueron más críticos, mientras que los docentes de ciencias o ingenierías se mostraron más afines y receptivos con esta nueva tecnología. No obstante, hubo coincidencias con respecto a que todavía es muy prematuro para juzgar de forma positiva, negativa o neutral el uso de esta aplicación en la academia. La entrevista cubrió cuatro aspectos: ventajas, desventajas, retos y necesidades que se derivan del ChatGPT y que se sintetizan en la siguiente gráfica:

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La multiplicidad de perspectivas de los docentes es importante para ampliar el debate sobre el uso del ChatGPT en la educación superior. Por eso, a continuación, se presentan los enfoques de otros académicos.

La IA empezó en 1950 con Alan Turing

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“El ChatGPT es una parte muy pequeña de la Inteligencia Artificial que empezó en 1950 con Alan Turing y su test” que desde ese tiempo evaluaba los chatbots para medir su nivel de conversación con el de una persona real. Con esta puntualización inicia la entrevista con el Dr. Luis Felipe Borja, director de la Carrera de Computación de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas en la Universidad Central del Ecuador.

De esta forma, el docente analiza que esto no es algo nuevo, sino más bien evolucionado y popularizado. En este contexto, a lo que nos enfrentamos hoy en día es a una herramienta más de la tecnología que reúne una serie de conocimientos con base en lo que previamente ha sido publicado. Según la opinión del Dr. Borja, el dilema para el humano es aprender a utilizar el ChatGPT con ética y esto guarda relación con la cultura y los valores cultivados. De igual modo, toma en cuenta que, así como el humano crea instrumentos para facilitar y acelerar el trabajo, también diseña herramientas que verifiquen que ese conocimiento ha sido producido por un humano.

“La principal ventaja del ChatGPT es la facilidad de tener un punto de partida, puesto que nos ofrece un bosquejo general de un determinado tema”. La contraparte “es que no sabemos de dónde sacó esa información”. A lo anterior agrega el Doctor en Computación, que con su empleo “no se crea conocimiento nuevo, sino que se trabaja en función del conocimiento con el que ha sido entrenado”. Para no ser víctimas de engaño es ineludible tener ciertos niveles de conocimiento sobre un determinado tema.

En otra arista de la IA, el Dr. Borja ratifica que estas tecnologías son la consecuencia de la capacidad de los seres humanos que cada vez crean y entrenan herramientas más rápidas que procesan el lenguaje natural, como es el caso del ChatGPT. A pesar de ello, estas no son accesibles para todos por sus costos.

La brecha digital se acentúa en los países subdesarrollados

Aunque existen organismos como la UNESCO que establecen políticas para el uso de la tecnología como apoyo en la educación y que con el Consenso de Beijing busca ratificar que las herramientas tecnológicas se apliquen en la educación con principios éticos, garantizando el acceso para todos por la democratización de la tecnología, esto no se cumple en la práctica. En países subdesarrollados como el Ecuador, “la tecnología no beneficia a todos”, subraya el catedrático.

La Inteligencia Artificial es una nueva forma de producción

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Para José Rivera, Director de la Agencia de Comunicación y Marketing Digital Tikinauta y docente académico especializado en Comunicación Digital y Marketing, la Inteligencia Artificial desafía otras formas de producción porque “se abren nuevos escenarios para quienes estábamos acostumbrados únicamente a investigar en fuentes documentales”.

Desde su percepción, la IA es un asistente de investigación que aporta con mayor contenido y fortalece las actividades académicas. De ahí la importancia de que los docentes cambien la mirada de los trabajos que se envían a los estudiantes. “Ya no estamos para enviar solamente consultas y que los estudiantes nos traigan información”, cuestiona el catedrático.

El reto para los docentes, de acuerdo con Rivera, es incorporar las IAS a la academia y para ello hay que enseñar a los estudiantes a combinar los aportes que puede brindarle cualquier aplicación de IA con sus propias contribuciones que deben reflejarse en las conclusiones de su trabajo. Es decir, solo es posible la creación de un nuevo contenido con la incorporación de las reflexiones de los estudiantes. Por esta razón, la IA no reemplazará al ser humano, pues insiste con plena seguridad, así como el Dr. Luis Felipe Borja, que solo se trata de una herramienta más. Indica que “el criterio del ser humano siempre primará sobre la IA, que por cierto tiene muchas fallas todavía, ya que si le pones a generar ciertos contenidos de los que carece o no los tiene claro, se los inventa”, puntualiza el docente. Si se considera esto, “será siempre el humano el que determine lo que es verdadero y lo que es falso” a partir de sus propios conocimientos y experiencias.

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Para evidenciar los errores de ChatGPT se le consultó sobre quién fue el primer presidente ecuatoriano. Su respuesta es bastante confusa y asegura que el primer presidente ecuatoriano después de que el país se convirtiera en una república independiente fue Juan Francisco de Vidal. En realidad, el personaje que menciona fue presidente del Perú de 1842 a 1843. El primer presidente ecuatoriano fue Vicente Rocafuerte, quien sucedió a Juan José Flores, militar venezolano, primer presidente de la naciente República del Ecuador.

Se requieren competencias en el uso de las nuevas herramientas y en la ética intelectual

En cuanto a la ética y la integridad académica, el docente pregunta a sus estudiantes: ¿Quién firma el artículo? ¿Ustedes o la IA? Evidentemente, lo firma el estudiante y para hacerlo debe ser honesto con él y sus lectores. Esto implica que, en el artículo, se reconozca el uso de IAS a través de los créditos y se integren los aportes propios. “Eso le da al trabajo integridad académica y transparencia”, enfatiza en la entrevista el docente.

A diferencia de los docentes entrevistados de Perú que consideran que una de las desventajas de la utilización del ChatGPT es el incremento del plagio, Rivera argumenta que los programas para detección de similitudes ya están siendo entrenados para identificar el contenido generado por IA. En este sentido, la preocupación del docente debe orientarse a establecer parámetros éticos claros con sus estudiantes para utilizar las IAS en el desarrollo de trabajos académicos.  

¿A quiénes se incluye y se excluye con las IAS?

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Belén Albornoz es profesora-investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Sede Ecuador. Para ella, el primer desafío de la IA es la producción científica. Su visión es muy clara en este aspecto, por ello resalta que “producir cualquier tipo de conocimiento requiere de todo un proceso no solo de lectura, sino de interiorización de los temas por parte de los estudiantes”. Reconoce que el ChatGPT genera “los atajos para que los estudiantes sinteticen todo aquello que está en línea” y además contribuye a los debates en las aulas, pero a la vez interpela: “¿Qué pasa con las capacidades intelectuales y el rigor académico de los estudiantes?”

Esta reflexión coincide con lo demostrado en la investigación de los docentes Alarcón, Ramírez y Torres, donde una de las desventajas del manejo del ChatGPT que más preocupa a los docentes entrevistados es el abandono de las actividades pensantes.

Otro de los problemas que señala Albornoz es que aún no se logra “entender cómo funciona esta relación tecnología-sociedad, especialmente estas tecnologías emergentes como la IA, y educación”. Por este motivo, reconoce que “el propio sistema universitario no está listo para lidiar con estos problemas”. Añade que, una de las respuestas de la educación superior a las IAS debería ser su compromiso con la generación de nuevos códigos de ética.

Al igual que el docente José Rivera, la especialista en Políticas Públicas, resalta que hay nuevos softwares que permiten detectar si los trabajos académicos fueron producidos por una IA o por una persona, por ende, el engaño por parte de los estudiantes no es el problema. El asunto va más allá de eso y es lo que precisamente la conduce a preguntarse: ¿A quiénes incluye y excluye la ciudadanía digital? Y ¿de qué manera? Esto invita a ser conscientes de que no todos podrán acceder a las IAS en las mismas condiciones, ya sea por asuntos económicos, desarrollo de competencias adecuadas, entre otros. Este es un punto de coincidencia con el Dr. Luis Felipe Borja.

Sobre la posible sustitución de los docentes por la IA, la docente-investigadora recuerda que este debate se inició mucho antes con los Massive Open Online Course (MOOCs), en español, Cursos en Línea Masivos y Abiertos. Esta modalidad de aprendizaje en línea sintetiza los contenidos a los que cualquier persona puede acceder para entrenarse en diferentes campos. De hecho, “el desarrollo de la educación virtual tenía un componente de MOOC y desde allí se hablaba del reemplazo de los docentes”, concluye Albornoz.

No hay una inteligencia pedagógica

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Álvaro Cuadra es docente de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Desde su punto de vista, la principal dificultad en este nuevo panorama tecnológico es que no se ha elaborado una inteligencia pedagógica entendida como “formas, algoritmos, protocolos destinados a la enseñanza”.

En la aplicación de nuevas herramientas tecnológicas en el proceso de enseñanza-aprendizaje hay que observar la “asimetría entre el mundo universitario que no se ha puesto al día y el impacto de la tecnología en la juventud”, recalca el docente de la asignatura de “Cultural Digital”.

Por otra parte, cuando se creía que la mayor preocupación para los docentes era el plagio, “ahora lo que entra en juego con los procesos de automatización producidos por la IA es la creatividad de los estudiantes”. Frente a esto, Cuadra interroga durante la entrevista: ¿Cuándo podré evaluar tu creatividad? Esta inquietud concuerda con la expresada por Belén Albornoz sobre las capacidades intelectuales para la producción científica.

Lo humano es narrativo y experiencial

El docente evoca que los humanos no solo están provistos de una inteligencia racional, sino que también están investidos de una inteligencia emocional y espiritual e inmediatamente pregunta: “¿Cómo se plasma esto en los algoritmos cuando la vida y el pensamiento humano son el resultado de la experiencia con su entorno?”

Cuadra no niega que la ventaja de acudir al ChatGPT es recibir una orientación inmediata de la estructuración temática y que el despliegue de la creatividad, el conocimiento y la información puede incluir las nuevas tecnologías, que particularmente él no prohíbe a sus estudiantes en el transcurso de las clases. Su crítica consiste en que “hay que usar la máquina, pero no subordinarse”.

Con independencia de los soportes novedosos para la educación, él manifiesta con mucha franqueza que su tarea es “facilitar el aprendizaje en otros seres humanos” y por este principio no mira “con temor a la tecnología, sino como una aliada”.

La integración de la IA en la escritura académica

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Durante el “II Conversatorio sobre alfabetización académica: Plagio, más allá de la mirada sancionatoria” realizado por la Universidad Andina Simón Bolívar el 18 de julio de 2023, se realizaron importantes aportaciones vinculadas a la integración del ChatGPT en la escritura académica.

Lina Calle Arango, Investigadora postdoctoral, corrobora que “el ChatGPT debe ser integrado como una fuente más en las aulas y convertirlo en un aliado”. Paralelamente, se debe discutir si esta IA puede ser una fuente válida de consulta, si hay que creer en todas sus respuestas sin saber cuáles son sus fuentes. Con estas apreciaciones, el desafío radica para los docentes en trabajar la escritura como un proceso, orientar las etapas, diseñar actividades relevantes, de tal manera que los estudiantes se interesen por lo que quieren defender en su escrito y sean conscientes de que esa defensa solo la pueden hacer ellos y no una Inteligencia Artificial.

María Soledad Montes es coordinadora del Programa de Escritura Disciplinar y del Programa Virtual de Habilidades Comunicativas Escritas en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Para ella, el ChatGPT es muy malo en la aplicación de la intertextualidad y la citación, ya que se ha comprobado que coloca autores falsos. El inconveniente es que esta IA aún no está desarrollada para saber cómo utilizar las fuentes, seleccionarlas y compararlas. “Este trabajo, sin duda, sigue siendo humano”. Asimismo, la investigadora enfatiza que “a los estudiantes les entusiasma expresar sus ideas y eso hay que estimular en la enseñanza, no solo la citación como una amenaza”.

Sandra Jamieson, catedrática de Inglés y Escritura en el Departamento de Literaturas y Lenguas Inglesas de la Universidad Drew (en EE. UU.), expone que “el reto es buscar pedagogías para saber cómo utilizar la Inteligencia Artificial”. “No tiene mucho sentido que los estudiantes consulten en ChatGPT y luego corroboren si sus fuentes son verdaderas”, esto, indiscutiblemente, obliga a cambiar con urgencia la forma de enseñar.

Con estas contribuciones de los docentes se constata que el ChatGPT y otras IAS son inevitables en la educación y que, con independencia de su incorporación en la academia, los estudiantes pueden usarlas por su propia cuenta. Este entendimiento determina que es imperioso que los docentes sean partícipes de un uso responsable, ético, creativo, reflexivo y de reconocimiento en los trabajos de los estudiantes.

Tatiana Sandoval 
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